miércoles, 18 de enero de 2017

La fatiga y la EII.

Muchas personas con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, las dos enfermedades más conocidas del grupo de la EII, sufren fatiga.
La fatiga puede ser descrita como una sensación arrolladora de cansancio continuo, falta de energía, sentirse exhausto y de la que la persona no se recupera después de dormir o descansar. Es algo más que el cansancio común o usual que cualquiera pueda tener después de haber hecho una actividad física o mental muy intensa.
Son numerosos los factores que pueden contribuir a la aparición de la fatiga en las personas que tienen EII.
Durante los brotes, la fatiga puede estar causada por la respuesta del cuerpo a la inflamación y la propia enfermedad y, además, se combina con los trastornos del sueño, el dolor o la ansiedad. La anemia, una complicación común en la EII, también puede ser uno de los factores que influyen.
No está claro porqué la fatiga no siempre mejora cuando lo hace la EII y porque continúa incluso en remisión. Una posibilidad puede ser que el paciente piense que está en remisión porque no tienen diarrea o sangrado y, en realidad, no es así y sigue existiendo una inflamación en el tubo digestivo.
¿Cómo afecta la fatiga a las personas con EII?
La fatiga afecta a todas las áreas de la vida. Es evidente que las tareas físicas son de las que más cuesta llevar a cabo. Muchas personas no tienen energía para realizar sus actividades cotidianas como conducir o hacer las tareas de la casa.
La concentración y la memoria también se ven afectadas en algunos casos. Algunas personas encuentran dificultades para pensar de forma lógica cuando tienen fatiga.
Además, también afecta a la hora de realizar actividades de ocio, sobre todo cuando aparece de forma repentina y hace que haya que cambiar los planes del fin de semana o de las vacaciones. Algo que puede tener consecuencias en las relaciones de los pacientes con  sus familiares o amigos porque  o bien no se sienten totalmente comprendidos ya que su condición no se ve o bien se sienten culpables porque los demás tienen extras que hacer o de los que responsabilizarse.
El trabajo y los estudios son otras de las áreas de la vida que se ven afectadas por la fatiga. Algunas de las personas con EII que tienen fatiga pueden cumplir con una jornada laboral completa, otras, en cambio, tienen que hacer un esfuerzo para poder conseguirlo.
¿Cómo puedo reducir mi fatiga?
Hay una serie de acciones que se pueden relizar para manejar la fatiga o reducirla.
La primera y la más importante es preguntar a tu médico especialista o al personal de enfermería para que comprueben que la EII no está activa. Si está activa quizás sea necesaria una modificación en el tratamiento. Si la EII no está activa puede que se trate de anemia o una deficiencia en algún nutriente (hierro, vitaminas,...) para lo que el medico puede prescribir suplementos.
Algunos fármacos usados para tratar la EII pueden causar fatiga en algunas personas. Si ese es el caso, el médico podrá ajustar  la dosis o buscar otras alternativas.
Es posible que realizar algo de ejercicio físico ayude a reducir la fatiga. Es algo que se puede probar de forma gradual siendo cuidadoso y sin excederse.  Pueden ser actividades sencillas como caminar en lugar de coger el autobús en trayectos cortos. Es importante encontrar el equilibrio entre hacer demasiado ejercicio y acabar exhausto y no hacer lo suficiente para que haya una mejora.
La dieta también tiene su papel dentro de las causas de la fatiga, sobre todo si no se reciben la cantidad adecuada de calorías y nutriente. Por eso es importante llevar una dieta lo más completa y equilibrada posible.